Espero que el inicio de esta travesía les sea agradable y lleguemos a buen puerto en el mejor estado. Damas y caballeros nuestro barco comienza a surcar los mares de la ruta oriental de las Indias.
Dentro de la piratería son muy pocos los españoles que se han hecho famosos. Pero esto no significa que los españoles no hayan ejercido la piratería. Benito De Soto nació en La Coruña y tuvo una gran notoriedad debido a su peculiar personalidad.
De Soto y su Burla Negra asediaban a los barcos ingleses y españoles. Las tripulaciones y todos sus pasajeros acababan asesinadas o bien ahogadas. Muy pronto las autoridades se plantearon un convenio para viajar juntos desde Santa Elena y así huir de De Soto para que la Burla Negra no siguiera su sanguinario camino. El botín que acumuló el filibustero fue tan cuantioso que se decidió regresar a España para venderlo. De Soto atracó en La Coruña y se procuró unos papeles falsos, desde allí marchó hasta Cádiz para cumplir su objetivo. Sin embargo, los planes del filibustero se vieron trucados cuando se levantó un temporal y la Burla Negra fue arrastrada hasta las rocas. A pesar de todo, el capitán tramó una comedia para salvar la situación. La tripulación se presentó ante las autoridades gaditanas como si hubieran perdido a su capitán y fueran mercaderes. Justo antes de firmar un acuerdo donde vendían el resto de los trofeos, la tripulación comenzó a tener contradicciones y ante la detención de varios de ellos el capitán huyó hasta Gibraltar. De Soto se estableció en una posada, y con el dinero de la venta de los botines comenzó a marcar estilo en el lugar. Su vestimenta era muy lujosa, arrogante y muy extravagante. Fue la sirvienta de la posada quien rebuscando entre sus cosas vio las prendas de ropa de uno de los barcos a los que abordó y además, encontró un diario de su puño y letra donde contaba sus “aventuras”. Benito De Soto fue detenido por las autoridades y condenado a muerte. Ante las evidencias confesó sus crímenes. Piratas, corsarios y bucaneros de Álvaro Armero presenta las últimas horas del filibustero de la siguiente forma: “Cuando la procesión llegó al patíbulo pro la orilla del agua, el pirata subió al carro; pero hallando que la cuerda había sido colocada más alta que su cuello, hizo un esfuerzo y metió la cabeza en el lazo. Después, como viera que comenzaban a girar las ruedas, dirigiéndose al público gritó: “Adiós a todos, la función ha terminado”, y se precipitó hacia el vacío.”
Dentro de la piratería son muy pocos los españoles que se han hecho famosos. Pero esto no significa que los españoles no hayan ejercido la piratería. Benito De Soto nació en La Coruña y tuvo una gran notoriedad debido a su peculiar personalidad.
De Soto y su Burla Negra asediaban a los barcos ingleses y españoles. Las tripulaciones y todos sus pasajeros acababan asesinadas o bien ahogadas. Muy pronto las autoridades se plantearon un convenio para viajar juntos desde Santa Elena y así huir de De Soto para que la Burla Negra no siguiera su sanguinario camino. El botín que acumuló el filibustero fue tan cuantioso que se decidió regresar a España para venderlo. De Soto atracó en La Coruña y se procuró unos papeles falsos, desde allí marchó hasta Cádiz para cumplir su objetivo. Sin embargo, los planes del filibustero se vieron trucados cuando se levantó un temporal y la Burla Negra fue arrastrada hasta las rocas. A pesar de todo, el capitán tramó una comedia para salvar la situación. La tripulación se presentó ante las autoridades gaditanas como si hubieran perdido a su capitán y fueran mercaderes. Justo antes de firmar un acuerdo donde vendían el resto de los trofeos, la tripulación comenzó a tener contradicciones y ante la detención de varios de ellos el capitán huyó hasta Gibraltar. De Soto se estableció en una posada, y con el dinero de la venta de los botines comenzó a marcar estilo en el lugar. Su vestimenta era muy lujosa, arrogante y muy extravagante. Fue la sirvienta de la posada quien rebuscando entre sus cosas vio las prendas de ropa de uno de los barcos a los que abordó y además, encontró un diario de su puño y letra donde contaba sus “aventuras”. Benito De Soto fue detenido por las autoridades y condenado a muerte. Ante las evidencias confesó sus crímenes. Piratas, corsarios y bucaneros de Álvaro Armero presenta las últimas horas del filibustero de la siguiente forma: “Cuando la procesión llegó al patíbulo pro la orilla del agua, el pirata subió al carro; pero hallando que la cuerda había sido colocada más alta que su cuello, hizo un esfuerzo y metió la cabeza en el lazo. Después, como viera que comenzaban a girar las ruedas, dirigiéndose al público gritó: “Adiós a todos, la función ha terminado”, y se precipitó hacia el vacío.”