Los piratas destacaban su libertad por encima de todo. Bueno, unos la libertad, otros el oro y otros las mujeres. Pero, ¿no se regían por ninguna ley? En la época de oro de la piratería existieron hasta cuatro códigos diferentes según se ha documentado. Estas normas regían desde su comportamiento en el barco hasta la repartición del tesoro.
Estos eran el código de Bartholomew Roberts, el de John Phillips, el de Edward Low y el de Henry Morgan.
Bartholomew Roberts era un corsario del que las crónicas cuentan que era muy humano a pesar de ser pirata, y que no dejó de ser pirata a pesar de ser tan humano. Saqueaba pero siempre dentro de un orden y por supuesto, guardando las formas de su caballerosidad. Piadoso y reprimido, condenaba el juego y las mujeres y lo más que se permitía como buen británico era tomarse el té de las cinco. Aunque nunca se atrevió a prohibir el ron en su tripulación, en este sentido fue muy tolerante. Además era un melómano empedernido.
El código de Roberts tenía 11 artículos de la cubierta, formando un código de conducta, escrito en 1721:
I. Todo hombre tiene voto en los asuntos del momento, tiene igual derecho a provisiones frescas o licores fuertes en cualquier instante tras su confiscación y pueden hacer uso de ellos a placer, excepto que la escasez haga necesario, por el bien de todos, su racionamiento.
II. Todo hombre será llamado equitativamente por turnos, según la lista, al reparto del botín (sobre y por encima su propia participación), se le permitirá cambiarse de ropa para la ocasión pero, si alguno defrauda a la compañía por valor de un dólar de plata, joyas o dinero, será abandonado a su suerte en el mar como castigo. Si el robo fuese entre miembros de la tripulación, esta se contentará con cortar las orejas y la nariz al culpable y lo desembarcará en tierra, no en lugar deshabitado pero si en algún sitio donde se de por sentado que encontrará adversidades.
III. Nadie jugará a las cartas o dados por dinero.
IV. Las luces y velas se apagarán a las 8 de la noche; si después de esa hora algún miembro de la tripulación se inclina a seguir bebiendo, puede hacerlo sobre cubierta.
V. Mantener sus armas, pistolas y sables limpios y listos para el servicio.
VI. No se permiten niños ni mujeres. Si cualquier hombre fuera encontrado seduciendo a cualquiera del sexo opuesto, y la llevase al mar, disfrazada, sufrirá la muerte.
VII. En batalla la deserción del barco o sus camarotes será castigada con la muerte o al abandono a su suerte en el mar.
VIII. No se permiten las peleas a bordo pero las disputas de cualquier hombre se resolverán en tierra, a espada y pistolas.
IX. Ningún hombre hablará de dejar su modo de vida hasta que haya aportado 1000 libras. Si para conseguirlo, perdiera una extremidad o quedara impedido para el servicio, se le darán 800 dólares extraídos del inventario común y por heridas menores, en proporción a su gravedad.
X. El capitán y su segundo recibirán dos partes del botín; el maestre, contramaestre y cañonero una parte y media y el resto de los oficiales una parte y un cuarto.
XI. Los músicos tendrán descanso el Sábado pero los otros 6 días y noches, ninguno a no ser por concesión extraordinaria.
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